abriendo fuego. 26 de agosto de 2002

Esto lleva camino de convertirse en el rodaje de los cien mil hijos de San Luis.

Ceno con Javier Jiménez y le cuento por encima el proyecto. Como él vive por Tribunal se ha encontrado algunas veces con Carlos por el barrio. Una noche en El Pez Gordo, Javier, que ha salido en las tres películas de La Cuadrilla, se identificó y Carlos estuvo cantándole el vals parisién. La cosa es que se anima y propone llevar una cámara digital en condiciones. ¿Por qué no?

Pepón me cuenta que él también había avisado a Moti para que nos echara una mano con la iluminación… aunque no llevamos ni un solo foco. De modo que hemos pasado de hacer una entrevista en un casetillo a plantarnos en casa de Arri un equipo de cinco personas. A saber: José Luis Arrizabalaga “Arri” –anfitrión, codirector, claquetista, operador del mini-disc donde grabamos el sonido con un micro de corbata, desayunos y lo que se tercie-, Pepón Montero –instigador y realizador del evento, porque yo me voy a centrar en la entrevista olvidándome de que hay una cámara-, José Luis Moreno “Moti” –iluminador y operador de cámara-, Javier Jiménez “Jardi” –suministrador de equipo- y quien esto suscribe “carnicerito” Aguilar –entrevistador y documentalista-.

Carlos llega puntual, afeitado y con el pelo planchado, según suele. Está desayunando en la cocina. Mientras los demás preparan el set, le hago una ficha policial para no andar luego interrumpiendo la conversación. Nombres, fechas, gente con la que ha trabajado… Da igual. Las fechas se confunden; la afluencia de nombres es tal que no sé dónde colocar los diques. Me desborda. Mejor grabamos, a ver qué sale.

Empezamos con la lectura de sus memorias. Nos ha parecido un buen sistema para calentar motores. Un albañil que trabaja con una radial en la calle nos hace interrumpir varias veces la lectura. Cuando no, es el propio Carlos que se lleva la mano al pecho y provoca un ruido muy molesto en el micrófono. Mal que bien, la cosa avanza.

Las memorias sólo abarcan hasta los dieciséis años y se centran en la genealogía familiar. Carlos ha cosido un remiendo al final en el que resume su carrera. Habla de los cientos de zarzuelas, comedias y películas que ha hecho. Tres veces ha sido protagonista, asegura.

Está empeñado en contarnos anécdotas que sabe jugosas de la vida de bohemia: la noche que durmió en un sidecar o el bar de Quevedo donde se encaramaba a las sillas amontonadas para echar una cabezadita. Dejamos estos asuntos –propiciados por su reciente aparición en un talk show– para mejor ocasión. Le interrogamos, en cambio, sobre los escafandristas y tararea completo un vals submarino que por lo visto corresponde a “Los sobrinos del capitán Grant”.

compositor e intérprete
compositor e intérprete

A la hora de comer se marcha porque ha quedado en el Sidi con alguien que luego le da plantón.

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