
Después de los éxitos apoteósicos de los discos «Muñeca hinchable» (1979) y «Bon Voyage!» (1980) la Orquesta Mondragón queda prácticamente reducida a lo que siempre fue en realidad el grupo de acompañamiento de Javier Gurruchaga. Si Gurruchaga supo rodearse de letristas talentosos, nunca quiso a su alrededor músicos que le hicieran sombra. Mención aparte merece Popotxo Ayestarán, eterno «sidekick», como lo fuera Tammany Young de W.C. Fields, por traer un ejemplo clásico.
Dirige Fernando González de Canales, que cuenta con la colaboración de Rafael Azcona en el guión y la participación como intérpretes de monstruos como Fernando Fernán-Gómez, Esperanza Roy y Manolo Gómez Bur. Poco pintan todos ellos en esta historia deshilvanada en la que Gurruchaga canta, se desdobla y ocupa siempre el centro de la pantalla. El resto queda desdibujado.

Interpreta al trabajador de un banco, tímido y soñador, que es trasladado a una sucursal para inadaptados, una especie de reducto para «freaks», entre los cuales se encuentra Carlos, un tipo del que lo único que sabemos es que se pasa el día escuchando el transistor.

No tiene diálogo y la acreditación de su participación queda relegada a uno de los últimos puestos del rodillo de salida.
Andando el tiempo, Carlos mantendría cierta amistad con Popotxo.