calle colón. 20 de agosto de 2002

Ayer regresé de vacaciones. Antes de irme quedé telefónicamente con Carlos –fue él quien me llamó- que hablaríamos en estos días para ver si poníamos en marcha “De Reparto”, un estudio sobre el trabajo de los actores de su cuerda al hilo de su biografía. Me dijo que paraba en el Xares de la calle o travesía de San Mateo donde ya he ido alguna vez a llevarle un guión.

Gran decepción. Llamo y una voz al otro lado del hilo me dice que él es un albañil y que el bar está en obras aprovechando el cierre estival. Hablo con Pepón [Montero] que me dice que lo vio en El Palentino la semana pasada. Quedo con él mañana. Nos tomaremos un vino por aquel barrio a ver si damos con Carlos.
Un ratito después: todo resuelto. Pepón llama a Biaffra que tiene un número de móvil en el que es posible localizarle directamente. Quedamos mañana en un bar de la calle Colón, el Sidi.

Durante el camino vamos desgranando las anécdotas que conozco de su biografía y alguna otra pista que me ha dado el día anterior Carlos de Gabriel. Entre ellas, un lance un tanto confuso durante la representación de una zarzuela que sucedía en el fondo del mar, con los cantantes vestidos con escafandras.
En el Sidi, Carlos toma un café y un vaso de leche; así, cada cosa en su sitio. Al poco llega Arri [José Luis Arrizabalaga], buscando una fotocopiadora de planos en el desierto mercantil agosteño. También aparece por allí Santiago Lorenzo, que ha cogido un taller un poco más abajo y está ultimando los detalles para el rodaje de un corto de marionetas.

Carlos nos descubre una faceta que desconocíamos: la de dibujante. Por lo visto, a bolígrafo, en cuartillas, ha ido haciendo una serie de dibujos que ha titulado “Razas”. Nos enseña “el judío”, con una pinta de Otelo que tira de espaldas, “el negro”, que tiene un aire al predicador Foreman, y una caricatura de Gary Cooper que se parece al Rey como un Borbón a otro. La de Woody Allen tiene que trabajarla más, nos dice. ¿Encajará junto a Otelo en la sección de judíos?

Le planteamos el asunto. Sobre todo, el hecho de que no haya dinero, pero acepta inmediatamente. Cuando le pedimos material gráfico de algún tipo –fotografías familiares, programas de mano, recortes de prensa…- echa a su primo Federico la culpa de la desaparición de todo. Parece que en uno de sus traslados de pensión la caja de cartón donde guardaba las fotos se esfumó.

Sin embargo, ha empezado a escribir su biografía. Nos muestra un cuaderno con tapas de colores. En la primera página con caligrafía que recuerda a la de Jardiel ha escrito:
Biografía
Carlos Lucas
Mi vida y el arte

En la siguiente página arranca su historia personal con la mención de su abuela o bisabuela poetisa.

En cuanto a los recuerdos, parece bastante lúcido. Da detalles de su primera aparición con frase en el cine en Aunque la hormona se vista de seda (Vicente Escrivá, 1971). Parece que sus inicios fueron de piropero. Iba en una silla de ruedas y tenía que decirle a la protagonista: “Eso son piernas y no lo que tiene uno”.

Se acuerda de otra escena en la que aparecía en la cama con María Isbert, que hace de dueña de un burdel. Es coja y su diálogo rezaba: “Ven que te coja, coja”.

Sorprendentemente, nos cuenta la historia de la muerte de la madre durante el rodaje de Don Cipote de la Manga (Gabriel Iglesias, 1983) sin echarse a llorar.

Quedamos para el lunes 26 a las diez de la mañana en casa de Arri, porque el Xares sigue cerrado a cal y canto.

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