
Chechu y familia (1992) es una más de las películas en las que Carlos se pone a las órdenes de Álvaro Sáenz de Heredia. En esta ocasión el guión es obra de Rafael Azcona, basado en un relato propio titulado «Casette».

La película se resuelve en el espacio cerrado del chalet de la familia de Chechu (César Lucendo), salvo por una escapada del abuelo (Fernando Fernán-Gómez) que propicia la aparición de Carlos. Por una vez, el diálogo que se le encomienda tiene cierta altura. Lo recita al viento, eso sí, al viento, porque don José está pendiente de la llegada del nieto para que pague los dos coñacs y el paquete de tabaco que ha trasegado durante la escapada del chalet familiar.

Equivocado en el registro, pero sincero en su interpretación, Carlos se empeña en dotar de nostalgia a la cantinela del camarero asturiano que ha vivido en el desierto, entre tuaregs, y está empeñado en contar «la historia del camello». Cuenta probablemente con la aquiescencia de Álvaro Sáenz de Heredia porque la secuencia se cierra con un primer plano en el que sonríe comprensivamente ante la complicidad de abuelo y nieto.

Lo reducido del reparto aúpa a Carlos a un honroso décimo segundo puesto en el rodillo, aunque sólo quedan por detrás de él los mastines Ping y Pong.