de la riva vive. 10 de octubre de 2003

He preparado una sinopsis con los sketches de ficción y cómo se integrarían con la parte documental y se la he pasado a Pepón. Él insiste en localizar a de la Riva. Llama a Sancho Gracia, que está rodando en Barcelona y éste le promete ponerse en contacto con él. Asegura que lo ha visto hace poco en coche por Arturo Soria. Como en una de las anécdotas de Carlos figuraba un chalé en Ciudad Lineal nos damos por satisfechos. Además, el hecho de que estuviera conduciendo quiere decir que debe de mantener cierta lucidez a pesar de ser ya octogenario.

He pasado una mañana en la Biblioteca de la Fundación Juan March donde tienen catalogados bastantes programas de mano. Así ha aparecido uno de Los Ases Líricos correspondiente al estreno en el Teatro Carrión de Valladolid de una zarzuela de ambiente levantino misteriosamente titulada “Bekralbayda”. También he encontrado un cartelito de la estancia de la compañía de Francisco Kraus en el Gran Kursaal de San Sebastián en 1964 donde aparecen mencionados Carlos y su padre.

Quedo con él en el Xares para darle fotocopia de tan jugosa documentación y las fotos de Zaragoza. Esta exultante porque le han llamado para un papelito en Manolito Gafotas, una serie que va a hacer Mercero. Si hay suerte un grupo de vejetes saldrán en casi todo los capítulos lo cual supone cierta continuidad en sus ingresos extraordinarios. Le cuento que tanto el libro como la película siguen igual, sin pausas pero sin prisas. Le pregunto sobre su reconciliación con Federico, que se ha hecho efectiva a partir de la visita a la prima Encarnita, repatriada desde Venezuela. A pesar de ello, si hay fútbol, Carlos procura no tropezarse con él. Le consulto la posibilidad de entrevistarle, pero me asegura que su primo “no quiere recordar”.

También hablamos de Miguel de la Riva. Sigue sin querer verle ni en pintura –perdón por el juego de palabras-, pero al contrario que en otras ocasiones me da su dirección completa. Lo confirmo en la guía. Efectivamente, Miguel de la Riva vive… en la calle Povedilla.

Una precisión: el Joaquín amigo de Quevedo, era un violinista mulato, apellidado Pascual. Dice Carlos que éste si que había hecho algo de cine –le localizo en Capullito de alhelí (Mariano Ozores, 1985)- pero me desengaña en mi ilusión de que Quevedo fuera el mismo que Pedro Rodríguez de Quevedo, del que había localizado yo una abundantísima filmografía como secundario entre 1960 y 1980.

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