La Biblia en pasta (Manuel Summers, 1984)
Carlos es… el hombre del tiempo

Lo que recuerda Carlos: «Había allí una balsa, porque viene el Diluvio y todo ese lío. Yo había dicho, con una varita y el mapa en una piel de oveja: “Va a hacer hoy un tiempo magnífico y pueden salir”. Y todos decían: “Hay que lapidarle, que nos ha engañado”. Y me empezaban a tirar piedras. Yo me tapaba porque el agua estaba templadilla pero con el aire que hacía salías tiritando. Me ponían una túnica tipo toalla y ya te calentabas un poco al sol con un cigarrito. Y luego, a los dos minutos, otra vez al agua. En el Diluvio iban corriendo, pasaban camellos y un coche cisterna tiraba el agua helada, por un campo por Barajas. De pronto, te caía el chorretón helado. Y cuando iba a pasar por un estrechamiento del camino, que estaba Summers con la cámara con un plástico para que no le salpicara, por un lado venían borriquitos con algún camello, por el otro, caballos. Yo pensaba corro todo lo que pueda porque ya verás como me da algún caballo… Y efectivamente, me dio, aunque fue flojo. Enseguida me metí debajo de un paraguas simulado con pieles, en cuanto dijeron “corten”. Luego al enfriarse me quedó un poquito de dolor que se me fue quitando al ponerse el sol. Pero a una chica creo que le pisó una vaca. Luego sacan un tigre que figura que va al Arca y lo lleva un señor con una cuerda y nos dijeron “todos a un lado”. Pero luego, nada. El tigre iba tan tranquilo y dijeron algunos que les dan una pequeña droga».