Me voy a la Biblioteca Nacional. Aparte de informaciones puntuales sobre las representaciones barcelonesas de “Un enemigo del pueblo” -en versión de Fernán-Gómez, en la que Carlos hizo de utilero y comparsa mientras andaba despistado por Barcelona-, el estreno de “La zapaterita” o el más dudoso de “De Cascorro a Pasapoga”, traigo dos objetivos: localizar la llegada de Carlos a Salamanca y su ingreso en Los Ases Líricos e intentar hallar el rastro del Teatro Circo Tropical por tierras alicantinas.
Si hay una fecha que no ha olvidado es aquel mes de agosto de 1948, cuando su madre le hizo la maleta y le envió con su padre al Teatro Bretón de Salamanca. En los demás asuntos puede tener un pequeño desliz de un par de décadas -cosa de nada-, pero en aquello, no. Así que pido “El Adelanto” de Salamanca y me pongo a rastrear aquel verano. Una decepción menor ya que sólo me afecta a mí: todos los periódicos de esta época están microfilmados y ya me ha pasado otras veces que ante la pantalla de lectura, viendo correr las hojas borrosas e intentando cada tanto leer algo en la tipografía deshecha y poco contrastada, me he cogido unos globos de aúpa.
Hago de tripas corazón y me pongo al asunto. Busco en la cartelera y si hay alguna recensión. Anoto curiosidades –la compañía de revistas de Pilar del Río estrena un espectáculo titulado “Allá películas”, con veinte tiples y segundas tiples- pero de Los Ases Líricos no hay ni rastro. Sigo adelante y atrás, con el mismo año. Nada. Pido el año 1947: el mismo proceso: empiezo por el verano y luego picoteo en la primavera y el otoño. A la una y media arranco con el año 1949. Nada a principios de julio. El Teatro Calderón cierra incluso durante algunas semanas. Y de pronto, el 29, encuentro el anuncio de su temporada agosteña y la venta de abonos. Programación, alguna crítica, la crónica del homenaje al maestro Bretón y el nombre de Luis Lucas rescatado de una enumeración de interpretaciones afortunadas.
Es la primera constatación de que los Ases Líricos existieron.
De la prensa de Alicante no saco nada en claro y eso que había conseguido en los tomos de Teatro Español de Sáinz de Robles fechas de estreno de varias obras. Me quedo sin comer pero aprovecho el filón. Localizar el resto de trabajos en la colección digital del “ABC” es como un juego de niños.