
Me hace falta un bigote (1986) es, de algún modo, el testamento cinematográfico de Manuel Summers. Un intento de enlazar Del rosa… al amarillo (1963) con la serie To er mundo e… (1982-1985) y con los vehículos para los «Hombres G» que realiza por estos mismos años.
En su biografía de urgencia de Summers (Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, 1993) Zacarías Cotán Rodríguez aprovecha para realizar una valoración general sobre su cine, que se mueve –dice- entre “lo sensible y lo sensiblero, el humor ingenioso y el chiste fácil, la observación y el voyeurismo. Es decir, el concepto y la adulteración del mismo”.
Carlos interpreta a un jefe de centuria: «Les largaba una perorata a los chicos e íbamos por el campo. Veían una película de Jorge Negrete»… Y Carlos siente nostalgia entonces de su propia infancia: «Yo me acordaba de cuando veía sus películas. ¡Jo, cómo cantaba el gachó! Tenía una voz muy bonita».