a la legión le gustan las mujeres (… y a las mujeres les gusta la legión)

a la legión le gustan las mujeres - cartel

Alternando con trabajos en televisión y teatrales todavía nos encontramos en 1975 a Carlos haciendo figuración. Al menos está es la función que hace en A la legión le gustan las mujeres (… y a las mujeres les gusta la legión) (Rafael Gil, 1975).

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Convencido de que “España tiene una fibra heroíca y la legión es símbolo de heroísmo”, Rafael Gil da a luz Novios de la muerte (Rafael Gil, 1974) que obtiene un razonable éxito de público en el año de su estreno. Para rentabilizar el filón, se embarca inmediatamente en una nueva historia a mayor gloria de la patriótica virilidad de los caballeros legionarios, cuyo guión pergeñan el falangista Rafael García Serrano y el prolífico Rafael J. Salvia.

En plena Guerra Civil cuatro legionarios -el orondo Ricardo Palacios, Luis Varela, Manolo Codeso y Paco Cecilio- se hacen pasar por anarquistas para rescatar a la novia de su alférez de las garras rojas. También aquí, como en La vaquilla -posterior en realización, pero muy anterior en concepción- hay intercambios en tierra de nadie y, a modo de colofón, un espectáculo taurino. Éste está organizado por el Comité Antifascista Femenino en honor de los brigadistas, cuyo mando ostenta el antípoda ideológico Fernando Sancho. El festejo taurino reviste carácter bufo al ser el toro de pega.

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Cuando Mirtha Miller hace una seña para que comience el espectáculo, el director de la banda de clarines y timbales deja a un lado apresuradamente la botella de cazalla y empuña la batuta. Carlos aparece en no más de cuatro planos generales. Recuerda el calor sofocante en una placita de los alrededores de Madrid, pero no hace ni una mención a su abuelo, Juan Lucas Navarro, director de la banda militar de Melilla.

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