categorías laborales

ropa de trabajo
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Cuando Diego Galán realiza para Televisión Española la serie Queridos cómicos (1992), cede una hora del espacio para dar protagonismo a los secundarios. Además del homenaje genérico, hay entrevistas con algunos de ellos. Brutal en su diagnóstico es Lola Gaos, cuando afirma que al actor se le concede la gracia de ser artista para evitar reconocerle el estatus de trabajador que le corresponde. Ningún actor, según ella, morirá en el escenario por amor a su arte, sino por pura y simple necesidad.
Manolo Zarzo resume la perplejidad del actor que, demostrando día a día la calidad de su trabajo, nunca obtiene el reconocimiento que espera, no tanto por los premios –que también- sino, sobre todo, por la extensión de los papeles que se le encomiendan.
La actual normativa de Aisge, la asociación de gestión de derechos de los intérpretes, distingue cuatro categorías laborales y categoriza una vez más el escalafón en función del número de frases que tenga el personaje. Menos de ocho, de reparto; más de ocho y menos de treinta, secundario; de ahí en adelante, principal. Para figurar como protagonista, la trama debe girar alrededor de dicho personaje, destacándose del resto. También se tiene en cuenta “la propia imagen del personaje que, aún no verbalizando un texto, dada su expresión o actitud, aporta una mayor significación que la meramente informativa”.

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