de la riva, alias rivers, alias riviere

michael rivers en "los rebeldes de arizona"

Carlos frecuentó durante un tiempo al caballista Miguel de la Riva. Admiraba en él su desparpajo, antítesis de la timidez congénita de Carlos. De la Riva las armaba y las contaba, consciente de que la anécdota más real es la moldeada a la lumbre de la conversación y la copa.
De la Riva le contaba a Carlos que una vez le había vendido un helado a Richard Burton.

Fue durante el rodaje español de Alexander the Great (Alejandro Magno, Robert Rossen, 1956). Para esta película las huestes macedonias cabalgan por La Cabrera, El Molar, El Vellón y Colmenar Viejo. El ejército español comienza con su política de colaboración con las grandes producciones internacionales al aportar tropas que actúan como figuración entrenada. Para las cabalgadas, no obstante, hacen falta especialistas. Unas veces de la Riva se viste de soldado de la caballería persa y otras cabalga contra los atenienses.
Durante un descanso, le pide prestado el carrito de helados a su propietario y se acerca al astro británico, tocado para la ocasión con un imposible pelucón rubio.
-¿Qué, Richard, mucho calor? ¿Hace un heladito?
-I beg your pardon… -silabea Burton como si estuviera en una comedia de Terence Rattigan.
-Un helado, jefe. ¿Fresa o chocoleit?
Y corre a contarlo:
-¡Le he encalomado un helado de fresa al Richard Burton! ¡Al Richard Burton!

Una tarde, al finalizar el rodaje -le solía contar de la Riva a Carlos-, él y un compañero se vuelven a Madrid en moto vestidos “de romanos”. Al llegar a la Plaza de Castilla paran junto al guardia:
-Un momentín, jefe. ¿Por aquí vamos bien para Roma?
A la altura de los Nuevos Ministerios todavía se ríen de la cara del urbano. Diez o quince años después la anécdota ha alcanzado una estatura mítica.

-… Y le preguntan al guardia que si por allí se iba a Roma. ¡La caraba! ¡Miguel de la Riva era la caraba!

2 comentarios en «de la riva, alias rivers, alias riviere»

  1. Desde luego, mucho desparpajo hace falta para protagonizar dos solemnes bodrios como «20.000 dólares por un cadáver» y «Rebeldes de Arizona», dos westerns que rodó simultáneamente el inefable José María Zabalza, un director capaz de tocar el género terrorífico, como en «La furia del hombre lobo», el western (los dos antes citados), el cine de gángsters, como «El regreso de Al Capone» y «Homicidios en Chicago» (rodadas, también, de forma simultánea) y conseguir, en todos los géneros, los peores resultados posibles. Pero bueno, que me voy por los Cérros de Úbeda y aquí estamos por Carlos Lucas. Disculpas.

  2. Estimado Burgomaestre:
    Disculpe mi tardanza en aprobar sus comentarios. Ya ve que, entretanto, he abundado un poco más en el asunto.
    Está usted en su casa, Sr. F.

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