el diviorcio que viene

A finales de los setenta Rafael Azcona intentó conciliar su oficio de escritor de tragedias grotescas con el cine, siempre al aire del tiempo, del guionista y productor Pedro Masó. Resultado de aquella colaboración fueron cuatro películas dirigidas por Masó: La miel (1979), La familia, bien, gracias (1979), El divorcio que viene (1980) y 127 millones libres de impuestos (1981).

Carlos ostenta el récord de figurar en el reparto de tres de las cinco cintas que se producen en estos años con la palabra divorcio en el título: la de Pedro Masó que acabamos de mencionar; ¡¡Qué gozada de divorcio… (1981), de Mariano Ozores; Busco amante para un divorcio (1981), de Giuliano Carnimeo; ¡Caray con el divorcio! (1982), de Juan Bosch; y El primer divorcio (1982), Mariano Ozores.

En El divorcio que viene aparece limpiando los cristales de la oficina de los socios que interpretan José Sacristán y José Luis López Vázquez. Cuando les mandan a tomarse una cerveza, agarra por el brazo a su compañero y morcillea a placer:
-Corre, vamos antes de que se enfríe.

Y sale imitando el modo de caminar de Groucho Marx.

Luego, Masó pasa directamente a la televisión, produciendo y dirigiendo una serie escrita y protagonizada por Ana Disdado en la que de nuevo se incidía en la reciente realidad del divorcio en España: Anillos de oro (1983). En alguno de sus 13 episodios también aparece Carlos como actor muy de reparto o figurante con frase:

«Hacía un empapelador y me ponía a cantar. Había una señora muerta y me decía el compañero: “Hombre, ¿no ves que hay un luto?”. Yo me quedaba un poco pensativo y decía: “¿Y qué vamos a hacer? Todos nos tenemos que morir, ¿no?”.

adenda.-

Las películas que Azcona guionizó para Masó no fueron cuatro, sino cinco. Faltaba Puente aéreo (1981). De todas ellas, la más interesante sigue siendo La miel, en la que no interviene Carlos.

En El divorcio que viene interpreta a uno de los empleados del negocio de subastas y antigüedades que comparten Pepe (Sacristán) y Luis (López Vázquez). Aparece de refilón hasta en tres secuencias en las que él y un compañero se escaquean del trabajo. Luis, que es el encargado de la contabilidad, se queja de que paga la Seguridad Social para que estén todo el día holgazaneando. En su primera aparición le quita el polvo a una daga indostánica aún por catalogar. En cuanto a la escena que recordaba Carlos, su morcilleo ha sido evacuado del montaje final.

Figura en los títulos de crédito finales entre otros actores con cometidos menores. La imagen emblemática sobre la que se sobreimpresionan estos, muestra a Sacristán ante el Congreso haciéndole un corte de mangas a Alberto Closas, que hace un cameo como responsable de la aprobación de la nueva ley.

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