el robobo de la jojoya

 

Lógica consecuencia de Aquí huele a muerto… (¡pues yo no he sido!) (1991), este Robobo de la jojoya (1992) cuenta también con Carlos entre su elenco.

Hace un mendigo de los muchos que le tocaron en suerte. Cuando los Martes y 13 se fugan de la cárcel se refugian en unos grandes almacenes donde se ven obligados a ejercer las funciones más absurdas con tal de eludir la búsqueda policial. Como en todos los cometidos que el jefe -interpretado por Valeriano León- les encomienda son un desastre terminan penados a la “planta alcantarilla”. Allí se vende ropa para mendigos y uno de ellos es Carlos Lucas. Va sin afeitar, el pelo, que escapa rebelde de una gorra zarrapastrosa, tapándole la cara, en la mano una botella. Según suele, tiene que lidiar con un personaje que no está más de dos minutos en pantalla. Toda su gracia la tiene que poner en el breve intercambio en el que pide un abrigo “más harapiento” que el que lleva para pedir limosna en un semáforo de la Gran Vía. Y ya está. El resto es arrastrarse por el suelo para envejecer el abrigo y dar un poquito la lata mientras los protagonistas hablan para crear un poquito de tensión ante la llegada de la policía.

Directo al último puesto de los créditos de salida, que en esta ocasión van ilustrados con planos de la película en lugar de desplegarse en el habitual rodillo.

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