Carlos aparece sólo en dos escenas de la psicotrónica Huevos revueltos (Enrique Jiménez, 1982).
La primera es la del consejo de administración con el que se abre la película. Aparece de refilón en el plano general y luego queda fuera de cuadro en el resto de encuadres, donde priman el de Vázquez (Saza) como presidente de la empresa y el de un consejero sordo (Paco Camoiras), que carga con los típicos malentendidos y la muletilla de “con Franco vivíamos mejor”. Inesperadamente, hay un inserto de Carlos: un primer plano en el que aparece riendo.
La segunda vez que le vemos está en un féretro. Tampoco existe justificación dramática ninguna para esta escena. No tiene nada que ver con el argumento, salvo servir de soporte a los chistes del sordo por cuenta del responso de un cura joven. Cuando uno de los asistentes al funeral asegura que el fallecido tenía una amante llamada Paz, Carlos vuelve a sonreír en el interior de su ataúd, entonando, suponemos, un carpe diem retroactivo.