reconciliaciones. 14 de junio de 2003

Belén celebra su cumpleaños en Binomio, un bar de la Corredera Baja de San Pablo al que Carlos nos había contado que no le gustaba mucho ir porque, como era estrecho, los chicos que pasaban por detrás de él, le rozaban mucho.

Venimos de cenar con Luis [Guridi] y Marisol. Jaleo dentro. Felicitamos a Belén como podemos y nos colocamos junto a la puerta. Entre el barullo aparece Carlos. Se ha encontrado con dos amigos actores que están rodando allí cerca la nueva película de Albaladejo y se ha sentado un ratito con ellos de camino al Pez Gordo, donde le gusta tomarse una cervecita a estas horas porque le ponen una tapa de migas con uvas que le vuelven loco y le sirven de cena.
Pues allí está entreteniendo el tiempo. Cuando le saludo muestra ufano unas postales de su rodaje almeriense. Me anima a que rodemos el biopic y no consigo dejarle claro que si no lo hacemos no es por falta de ganas. El problema es que todos andamos enredados en trabajos alimenticios y esto no figura entre las prioridades de ninguno. Ni siquiera hemos empezado a transcribir las entrevistas de Zaragoza.

Como al desgaire y a cuenta de los amigos, deja caer el dato de su participación en las zarzuelas que hizo Orduña para Televisión Española a principios de los setenta. Dirigía el coro José Perera, el mismo que lo hacía para Tamayo. Carlos intervino de modo anónimo en Gigantes y cabezudos, Las golondrinas o La canción del olvido.

Cuando ya nos despedimos me dice, como de pasada, que ha quedado con su primo Federico. Sorprendido –los he visto sentados espalda contra espalda en el Xares y no se han dirigido la palabra- le pregunto cómo así. Me cuenta que su prima Juanita, la mayor del tío Federico, ha vuelto de Venezuela y han quedado para ir a verla juntos.

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