adelante con el vals parisién. 5 de febrero de 2004

Me he liado la manta a la cabeza. Arri está en el rodaje de Crimen ferpecto (Álex de la Iglesia, 2004) y Pepón empieza los ensayos de “Dos hombres sin destino”, la comedia que ha escrito con Juanito Maidagán. Protagonizarán Enrique Martínez y Tallafé. Lo ideal para dedicarme al guión por mi cuenta. Había quedado con Pepón que exploraríamos una línea escorada hacia la ficción, dejando un poco de lado el documental. Hice entonces una escaleta en la que figuraban ocho o diez grandes bloques temáticos. Todos trataban de un modo u otro el tema de las “fugas” vitales de Carlos: sus escapadas de las compañías de teatro portátil –generalmente a la hora de la siesta-; su fugaz relación con Carmiña; su incapacidad para mantener un domicilio fijo… Como no podía ser de otro modo también las historias que nos han impresionado: los escafandristas de “Los sobrinos del capitán Grant”, la anécdota del sablazo en el rodaje de El tigre de Chamberí, el guión de “Comprometido en homicidio”…

Alguna vez ha habido que meter la palanqueta y cargar un poco la suerte para que encajase en el marco argumental general. A pesar de ello, el borrador del guión ha surgido con facilidad. Las anécdotas de origen diverso han encajado como en el “tetris”. Lo más fácil -y por ahí he empezado- ha sido el bloque del Teatro Circo Tropical que vi como en un sueño y que he escrito de un tirón, como pura ficción. Si no saliese la película creo que se podría rodar como un corto. Si acaso, peca de “azconiano”, pero le va tanto a la época…

El resto ha surgido también con relativa fluidez. He quedado hoy con Pepón en Los Pinchos para contarle mis progresos. Los huecos que voy dejando es mejor que los cubramos juntos. Un vino allí. Luego cena en un italiano próximo. Llevo una escaleta y le explico los puntos fuertes. Elaboramos un concepto -¿de trabajo ¿de venta?- en oposición al documental de creación. Se trata de crear una historia en la que los segmentos documentales se incardinen como si fueran una parte más de la invención. ¿Lo lograremos? Es una de las apuestas.

La otra es la estructura de la película, que no se ajusta al canon narrativo lineal.

Viernes, 6. Voy a ver Zatoichi (Takeshi Kitano, 2003). Me parece que rechina a ratos la poesía con calzador, me asombra la capacidad del cine de sable para retroalimentarse del espagueti western del que fue principal inspirador y me río con ganas en muchas ocasiones… Me parece, no obstante, de una astucia formidable el colocar el número de claqué al final porque el público sale con un subidón tremendo. Me reafirmo en la idea de terminar nuestra película con el número musical ¡Adelante con el vals parisién!

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