Carlos es… «hombre baño» (un señor en los aseos)
Lo que recuerda Carlos: “Es un servicio y están los tres. El chico, por lo visto tiene una cosa de estas que se llevan enganchadas y está enganchada la lengua de ella con el aparato de él. Y el amigo tratando de separarlos. Me contestan los dos al tiempo: “Está ocupado”. Y yo me extraño de oír dos voces y digo: “¿Qué estáis haciendo? Cochinadas, ¿verdad?”. Me quedo con el picaporte en la mano y les digo: «A joderse, por no dejarme mirar»… Me hace gracia el texto”.
Slam (Miguel Martí, 2003) es una de las últimas películas de Carlos. Su intervención se rodó en una mañana en los servicios de un centro comercial en la periferia de Madrid. Si otras veces había interpretado a mendigos y olvidados de la fortuna aquí muestra otro rostro, el mismo que en Chevrolet (Javier Maqua, 1997), un hombrecillo conservador hasta la médula, apocado y, paradójicamenete, agresivo ante unas costumbres cuya evolución no termina de comprender.
En Slam se da una de esas raras ocasiones en las que el trabajo de Carlos se acredita, bien que en los títulos de salida, como «participación especial». Queda ésta emparedada entre las de Rosa Valenty y Teté Delgado.