una explicación. junio de 2009

Doy inicio aquí a una serie de entradas que reproducen el diario de rodaje que sirvió de base a la elaboración de De Reparto. Todas las entradas de la serie llevan la etiqueta «del diario de trabajo», así que con hacer la selección y ordenarlas por fecha de publicación, se pueden leer tal como fueron redactadas.

En verano de 2002, sin otro trabajo remunerado que echarme al ordenador, le propongo a Carlos una entrevista. Se trata de documentar su biografía y utilizarla como base para un estudio sobre los estadíos inferiores de la interpretación en los que se ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Los calificativos nunca son peyorativos. Uno habla del “escalón inferior” en cuanto a la extensión de los papeles, al crédito recibido por un trabajo, al reconocimiento y, por supuesto, a los emolumentos. El oficio de actor, aún hoy en día, tiene una jerarquía tan rígida como el ejército.

A Carlos le parece bien. De hecho, ha empezado a escribir su autobiografía. Pepón Montero me convence de que además de grabar las entrevistas con un casete o un mini-disc, como era mi intención, llevemos una cámara de vídeo.

Durante la grabación asistimos a los deslizamientos de su memoria, esa especie de conductor excéntrico que en lugar de transitar por la carretera principal pega un volantazo y te mete por un camino traqueteante al final del cual bien puede haber una autopista o un precipicio. Nos asomamos a estos abismos una decena de veces. Son simas entrevistas: un nombre sin apellidos y una fecha imprecisa, que dan pie a una situación trágica, divertida o grotesca, tanto da.

Cuando intentamos poner apellidos a los nombres o concretar la datación nos dimos cuenta de la dificultad de la empresa. La memoria de Carlos era selectiva y los archivos no guardan registro de las andanzas de cómicos errantes o nombres que muchas veces ni siquiera figuran en el rodillo de salida de una película.

Guiado por este afán documentalista –un tanto maniático, lo reconozco- iba redactando un “diario de trabajo” en el que daba cuenta de lo sucedido entre cajas. El registro de los recuerdos de Carlos y la investigación paralela se prolongaron desde agosto de 2002 hasta la primavera de 2004. Las alternativas incluían la ordenación cronológica de las entrevistas, un viaje de trabajo a México en el que nos contara una vez más su vida, la posibilidad de entrevistar a otros compañeros de profesión, el bosquejo de un guión de ficción titulado “Sé adónde voy” en el que Carlos entrara y saliera para dar su opinión sobre nuestras elucubraciones y la descabellada idea de llamar a Sara Montiel para la que Carlos había escrito un guión a finales de los setenta. Esta apuesta desesperada surgió cuando cayó enfermo en marzo de 2004, coincidiendo con unas Elecciones Generales y un atentado sonado. En verano de aquel año realizamos un montaje de urgencia del material grabado y se lo enviamos a Valladolid, donde falleció en diciembre.

Las cintas de vídeo, las entrevistas, el diario… durmieron en un cajón durante cuatro años más. El estudio sobre los proletarios de la interpretación y las ficciones urdidas durante la última parte del proceso volvían muy de tarde en tarde a mis planes de trabajo.

Con Pepón, su socio Juanito Maidagán y Luis Guridi trabajamos en otros proyectos televisivos. Con Víctor Coyote tracé un plan para convertir “Sé adónde voy” en un musical expresionista, un cruce de ópera rock de bolsillo y cabaret bluesero.

Un día Pepón sugirió que escribiéramos el libro a medias. Había repasado el diario de trabajo y le había convencido más que las entrevistas. Uno está acostumbrado a redactar a cuatro manos y, sin embargo, en esta ocasión parecía apropiada una aproximación más personal. Pero la idea del diario volvió a la superficie. Allí permaneció un tiempo, mecida por las ondas de la desidia o de otros proyectos más urgentes. Hasta que un rayo de sol se cuela por entre el follaje e ilumina la idea con una luz que parece nueva. ¿Y si el documental que no pudo ser fuera la crónica de su inoportunidad?

En la primavera de 2008 me pongo en contacto con Cristina Otero, montadora con la que he trabajado desde los lejanos tiempos de Un gobernador huracanado (Cuadrilla Doroteo Arango, 1985). Acordamos poner en marcha el nuevo proyecto. La base del montaje será la locución completa del diario de trabajo. Conforme a este esquema cronológico, Cristina ordena y monta las veintipico horas de material. Vuelve entonces Pepón a la palestra y urdimos la locución a dos voces. En 2009 acometemos el tramo final con la grabación de la música por parte de la Orquestina del Valle, mezcla de sonido y postproducción de imagen. El resto, sería la relación de las personas que han accedido a trabajar en el proyecto sin pedir ni esperar nunca nada.

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